Respuesta correcta.

A pesar de que el hallazgo radiográfico pueda ser compatible con un tumor óseo (por ejemplo, osteoma), en este caso y teniendo en cuenta la historia de múltiples somatizaciones, la exploración física en la que no se observan tumoraciones ni puntos dolorosos a la palpación susceptibles de diagnóstico de osteoma y la dosis de radiación a la que ha sido expuesta la paciente en los últimos años, hacen replantearse la indicación de TAC como prueba para completar el estudio y se decide repetir la radiografía para descartar la existencia de un posible artefacto como causa de la imagen. Realizado el control radiológico días más tarde (figura 2), no se comprueba la imagen de densidad aumentada previamente advertida, confirmando como causa de la imagen la existencia de un artefacto y evitando a la paciente una dosis superior de radiación.

No es correcta. A pesar de que la TAC sería la prueba más indicada para la caracterización de lesiones óseas¹, teniendo en cuenta los antecedentes de somatizaciones de la paciente y las múltiples pruebas de imagen a las que ha sido sometida, en este caso sería oportuno en primer lugar confirmar el hallazgo con la prueba que emplee menos radiación y así evitar el equivalente a unas 115 radiografías de tórax².

No es correcta. Ante un hallazgo radiológico casual, este deber ser constatado y bien identificado, generalmente, salvo sospecha de patología específica, mediante la repetición de la prueba de imagen o replantear otras pruebas de imagen más resolutivas tras una anamnesis ampliada y exploración física cuidadosa. En este caso, encontramos de forma accidental una imagen de condensación ósea en la región frontal derecha, por lo que es importante reiterar una anamnesis adecuada y una exploración física que pueda facilitar el diagnóstico diferencial de esta aparente lesión ósea. Para la interpretación de la misma es fundamental tener en cuenta la edad de la paciente, la localización y las características radiológicas de la lesión, siendo entonces una de las principales sospechas diagnósticas el osteoma1. La incidencia de este tumor suele ser mayor en torno a la segunda década de vida y con predominio en sexo femenino. Su lugar de aparición por orden de preferencia es el cráneo (hueso frontal), senos paranasales y huesos maxilares. Clínicamente, la mayor parte son asintomáticos y, cuando hay síntomas, estos son dolor o aumento de volumen. La técnica de imagen inicial para valorar la patología ósea suele ser la radiografía simple y, en ocasiones, requiere el estudio por TAC para identificar las lesiones con mayor precisión³.

No es correcta. Aunque nos encontramos ante una aparente lesión ósea, esta prueba de imagen no permite su correcta identificación, por lo que previamente a la derivación de la paciente es imprescindible confirmar este hallazgo.