Los termómetros de mercurio, a pesar de la prohibición actual, siguen siendo una fuente de exposición al mercurio (Hg) en la edad pediátrica que hay que tener en cuenta. La inyección subcutánea de mercurio elemental es muy poco frecuente. Los casos publicados en edades pediátricas son escasos y principalmente se deben a inoculación accidental de mercurio por rotura de termómetro^1-5. Es importante realizar una radiografía para descartar restos de este material y realizar intervención quirúrgica urgente con escisión de piel y tejido subcutáneo. El retraso en el diagnóstico y en su eliminación desencadena una reacción cuerpo extraño con aumento de posibilidad de tener que realizar varias intervenciones quirúrgicas y de complicaciones sistémicas.

Ha sido tratado con antibioterapia de amplio espectro, pero en este caso no es una celulitis infecciosa, sino un caso de toxicidad local por la inoculación subcutánea de mercurio elemental, por lo que prolongar la antibioterapia no aportara beneficios. El mercurio produce inicialmente una reacción local con inflamación que progresa a formación de granulomas, fibrosis y necrosis del tejido celular subcutáneo. Es necesario su escisión y eliminación completa de los restos que puedan quedar^1-5.

Si el mercurio elemental permanece en el tejido subcutáneo, con el tiempo, puede pasar al sistema linfático o al torrente sanguíneo, produciendo toxicidad sistémica, principalmente en el sistema nervioso central y en el renal. Las guías recomiendan la determinación de niveles de mercurio en sangre y orina principalmente en caso de síntomas o retardo en su diagnóstico. En caso de toxicidad sistémica se debe iniciar terapia con quelantes, de elección el ácido dimercaptosuccínico (DMSA)^1,2.

La cantidad de mercurio liberado al romperse un termómetro es pequeña (0,5-2 g) pero puede causar una gran toxicidad. La inoculación subcutánea puede producir lesiones a nivel local o sistémico, por lo que la actuación debe ser su eliminación lo antes posible^1,5.