Artículo original: Glanz JM, Narwaney KJ, Newcorner SR, Daley MF, Hambidge SJ, Rowhani-Rahbar A, et al. Association between undervaccination with diphteria, tetanus toxoids, and acellular pertussis (DTaP) vaccine and risk of pertussis infection in children 3 to 36 months of age. JAMA Pediatr. 2013;167:1060-4.. |
Estudio de casos y controles anidado en una cohorte (Vaccine Safety Datalink) de 323 247 niños incluidos a los 2-12 meses de edad y seguidos hasta los 36 meses. En 1522 de estos niños había datos sobre infección por Bordetella pertussis. De ellos, 72 tenían reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o cultivo positivo. Por cada caso se incluyeron cuatro controles pareados por centro, sexo y edad. Se recogieron de forma retrospectiva los datos de vacunación. Se definieron como mal vacunados aquellos en los que el número de dosis de vacuna frente a difteria, tétanos y pertussis acelular (DTPa) era inferior al recomendado por el Advisory Committee on Immunization Practices, o bien si el retraso en su administración era superior al permitido (47,22% de los casos y 22,22% de los controles). Los resultados mostraron que la vacunación incorrecta con DTPa aumenta el riesgo de tos ferina en niños entre 3 y 36 meses de forma dosis dependiente.
Los niños incorrectamente vacunados tienen un mayor riesgo de desarrollar tos ferina. En este estudio, el riesgo atribuible en la población total fue del 36,39%; es decir, el 36,39% de los niños que desarrollaron tos ferina lo hizo porque no había recibido el número de dosis de vacuna recomendado para su edad.
Con respecto a los niños correctamente vacunados para su edad, es 2,25 veces más frecuente que desarrollen tos ferina aquellos a los que les falta una dosis de vacuna (intervalo de confianza del 95% [IC 95%] 0,97 a 5,24); si faltan dos dosis la frecuencia aumenta a 3,41 (IC 95% 0,89 a 13,05). En los niños a los que les faltan tres dosis de vacuna, la frecuencia de tos ferina es 18,56 veces superior (IC 95% 4,92 a 69,95), y 28,38 veces si no han recibido ninguna dosis (IC 95% 3,19 a 252,63).
Aunque la precisión de los resultados es baja (intervalos de confianza muy amplios), la relación entre el desarrollo de tos ferina y el número de dosis no administradas es clara.
El estudio está globalmente bien diseñado, con una adecuada definición y selección de los casos y los controles, aunque es posible que haya un sesgo de diagnóstico si los médicos solicitaran más pruebas para detectar B. pertussis en niños incorrectamente vacunados. La principal limitación es la ausencia de información sobre posibles factores de confusión (convivientes, guardería, etc.). El estado de vacunación se valora exclusivamente en función del número de dosis incorrectamente aplicadas, pero no se compara por grupos de edad, de modo que es imposible conocer si hay diferencias de riesgo entre tener puestas una, dos, tres o cuatro dosis de vacuna (incluso aunque estén correctamente administradas).
Según los últimos datos publicados por el European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC)2, correspondientes al año 2010, la incidencia global de tos ferina fue de 3,7 casos por 100 000 habitantes. La mayor incidencia se ha observado en los niños menores de un año, seguidos de los niños de 10 a 14 años de edad y de los adolescentes de 15 a 19 años de edad.
La incorrecta vacunación de los niños, como refleja el presente estudio, es una de las causas de este incremento, y en esto influye el auge progresivo de los “movimientos antivacunas”. De hecho, en este estudio, en un 29% de los casos, la causa de una incorrecta vacunación fue el deseo expreso de los padres de no vacunar a sus hijos. Otras causas pueden ser un mayor índice de sospecha de la enfermedad, disponibilidad de métodos diagnósticos más sensibles y una posible menor efectividad y duración de la inmunidad de la vacuna acelular frente a la vacuna de células enteras. Asimismo, el descenso de la incidencia de la infección en el primer decenio de la vida, debido a las altas coberturas de vacunación, ha originado una menor circulación de Bordetella pertussis y la ausencia del efecto memoria que la infección natural induce en el adolescente y en el adulto4.
En los últimos años se están desarrollando estrategias complementarias para controlar el resurgimiento de la enfermedad5,6:
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