La sospecha clínica y la obtención de una radiografía de tórax son la clave para el correcto diagnóstico de la HDC.
Su expresión clínica es variable, dependiendo de la localización y el contenido herniado, incluyendo síntomas respiratorios (tos, disnea, taquipnea, sibilancias…) y digestivos (dolor abdominal, vómitos, diarrea, estreñimiento, fallo de medro…).
En otras ocasiones, el paciente puede encontrarse asintomático.
La radiografía de tórax debe solicitarse ante cualquier niño con problemas respiratorios o digestivos inexplicados. Sin embargo, debemos tener en cuenta que una radiografía de tórax normal no excluye el diagnóstico. Recordemos que nuestro paciente había precisado ingresar previamente por episodios de dificultad respiratoria diagnosticados como broncoespasmos, además de presentar clínica de vómitos, reflujo gastroesofágico y retraso ponderoestatural.
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