El quiste hidatídico es una enfermedad parasitaria producida por el Echinococcus granulosus en su forma larvaria, que parasita el intestino del perro e infecta al ser humano como huésped intermediario accidental. Se trata de una lesión de paredes finas bien definidas y crecimiento lento. La localización más frecuente es la hepática, seguida de la pulmonar. El diagnóstico se realiza mediante radiografía de tórax o mediante tomografía computarizada o resonancia magnética en casos seleccionados. Los estudios inmunoserológicos permiten confirmar el diagnóstico y el tratamiento se basa en albendazol oral o cirugía, según sus dimensiones¹.

El quiste broncogénico es una malformación producida durante el desarrollo del árbol traqueobronquial durante el periodo fetal. Es de bordes lisos o lobulados y pared uniformemente delgada con densidades de contenido líquido o mucoide en su interior. Puede ser único, múltiple o multiloculado y se localiza en el mediastino en el 70% de los casos. El diagnóstico es radiológico mediante radiografía o tomografía computarizada y el tratamiento es quirúrgico².

La localización más frecuente de la tuberculosis es la pulmonar, los síntomas más habituales son los respiratorios (tos crónica, dificultad respiratoria, dolor torácico) y constitucionales (fiebre, sudoración, pérdida de peso). En ocasiones, puede debutar de manera similar a una neumonía bacteriana, presentando consolidación lobar o derrame pleural³.

Es una complicación infrecuente de las neumonías. Se trata de una cavidad de pared gruesa con exudado en su interior y nivel hidroaéreo. El patógeno principal es el Streptococcus neumoniae, aunque pueden originarla también otros Streptococcus, Staphilococcus, anaerobios y otros. Clínicamente, cursa como una neumonía grave con fiebre persistente o recurrente. La tomografía computarizada con contraste es la herramienta más útil para el diagnóstico y el tratamiento se basa en antibioterapia intravenosa junto con drenaje percutáneo o quirúrgico en determinados casos⁴. En este caso, dada la tórpida evolución del paciente, se asoció clindamicina al tratamiento ya instaurado con cefotaxima y se realizó un TC con contraste, que confirmó el absceso pulmonar. A continuación, bajo la confirmación radiológica, se realizó un drenaje percutáneo guiado por ecografía y se dejó un tubo de drenaje torácico. Se cultivó el material drenado y se objetivó el crecimiento de diversos patógenos, entre ellos cocos grampositivos, cocobacilos gramnegativos y abundantes colonias de Streptococcus anginosus. Finalmente, el niño evolucionó favorablemente cediendo la fiebre y no precisó nuevos tratamientos médicos ni quirúrgicos.