Los hemangiomas congénitos se presentan completamente desarrollados al nacimiento y siguen un curso evolutivo diferente. Existen dos tipos de hemangiomas congénitos, los hemangiomas congénitos rápidamente involutivos (RICH) y los hemangiomas congénitos no involutivos (NICH). Los RICH tienen un importante crecimiento durante la vida intrauterina, con escaso crecimiento en el periodo posnatal. Los NICH, en cambio, no involucionan espontáneamente, y crecen de forma proporcional al niño e incluso pueden empeorar con la madurez¹.

El nevus flammeus neonatorum, también conocido como mancha salmón, “beso de ángel” o “picotazo de cigüeña”, consiste en un parche rosado tenue de bordes irregulares que desaparece con la vitropresión. Se localiza en la región centrofacial y en la nuca.

Las malformaciones venosas, conocidas como angioma venoso o hemangioma cavernoso, son masas de bajo flujo presentes al nacimiento que crecen de forma proporcional al crecimiento del niño. De consistencia blanda y coloración azulada, son fácilmente compresibles, pudiendo llegar a ser dolorosas. Pueden estar asociadas al síndrome del nevo azul en tetina goma o al síndrome de Mafucci. El manejo de las malformaciones venosas debe ser multidisciplinar, siendo fundamental la prevención de las alteraciones estéticas y funcionales, así como limitar la deformación ósea, la hinchazón y el dolor: se debe realizar un estudio de coagulación básica previamente, y se puede utilizar aspirina 5-10 mg/kg/día. Es posible también el tratamiento con escleroterapia o escisión quirúrgica, láser diodo o Nd Yag.

Los hemangiomas infantiles son los tumores benignos más frecuentes en los lactantes. Tienen una incidencia algo superior en la raza blanca y el sexo femenino y, aunque pueden presentarse en cualquier región anatómica, muestran predilección por la cabeza y el cuello (60%), seguidos del tronco (25%) y las extremidades (15%). Siempre que se den circunstancias de riesgo vital, funcional o cosmético, está indicado el tratamiento farmacológico. Es muy importante que el inicio sea precoz, ya que la acción inhibitoria de la proliferación agresiva durante los primeros 3 meses de vida es mucho más eficaz que el efecto regresivo de la medicación sobre un hemangioma ya evolucionado². Los betabloqueantes han demostrado, desde el descubrimiento de su eficacia antiproliferativa en hemangiomas hace 10 años, ser el fármaco de elección. Se recomienda el tratamiento con propranolol en solución oral a dosis de 3 mg/kg/día durante 6 meses, siendo los resultados visibles a partir de la quinta semana de tratamiento en el 88% de los casos³. En el caso de nuestra paciente, se contactó con Cardiología Pediátrica, se realizó electrocardiograma y ecocardiograma que resultaron normales y se inició tratamiento con propranolol (hemangiol en solución 3,75 mg/ml), hasta próxima revisión con Cirugía Pediátrica.