No hay datos en relación a si el efecto preventivo del probiótico es mayor o menor en relación a la edad, el tipo de antibiótico empleado o la infección por las que se indica la antibioterapia. Actualmente las recomendaciones de las sociedades dejan a criterio del clínico decidir hasta qué punto considera importante en cada caso en particular incidir en la prevención de la diarrea asociada al antibiótico.

Las cepas de Lactobacillus GG y Saccharomyces boulardii son las recomendadas por ser de las que se disponen más evidencias y las únicas con revisiones específicas.

La administración conjunta del probiótico y el antibiótico mejora la adherencia al tratamiento, pero no es necesaria para obtener el efecto preventivo. Además, en aquellas situaciones en las que se indiquen probióticos con bacterias sensibles a los antibióticos que toma el paciente, se recomienda separar la ingesta de uno y otro por lo menos 2 horas. De forma similar, en los casos en los que se emplee Saccharomyces boulardii y el paciente esté tomando antifúngicos deberán separarse las ingestas para minimizar el efecto que pueda tener en la reducción de microorganismos viables.

La última revisión Cochrane de 2019 destaca que la evidencia disponible sugiere que mantener la administración del probiótico podría reducir la duración de la diarrea cuando esta aparece, en casi 1 día.