La leishmaniasis¹ está constituida por un grupo de enfermedades causadas por varias especies de protozoos del género Leishmania, siendo L. infantum la más frecuente en España. La leishmaniasis cutánea localizada o botón de Oriente afecta a zonas expuestas de la piel. Empieza como una pequeña zona de eritema en el lugar de la picadura que evoluciona a pápula y aumenta de tamaño hasta convertirse en una lesión nodular o placa. Posteriormente se ulcera de forma indolora, con bordes indurados, sobreelevados, bien definidos e hiperpigmentados. El diagnóstico definitivo requiere la demostración del parásito en una muestra (generalmente de piel) mediante histología, cultivo o análisis molecular. Muchas lesiones de leishmaniasis cutánea se resuelven clínicamente, sin tratamiento. Existen distintas opciones terapéuticas, individualizándose según las características de la lesión, la especie causante y el riesgo de afectación de mucosas. Realizar observación clínica sin tratamiento puede ser una opción en pacientes inmunocompetentes con lesiones no complicadas (pocas lesiones, <1 cm) y sin riesgo de afectación mucosa. El tratamiento local (crioterapia, antimoniales pentavalentes, paromomicina tópica…) está indicado en pacientes con leishmaniasis cutánea que no se resuelve espontáneamente o por preferencia del paciente. El tratamiento sistémico se reserva para casos de leishmaniasis cutánea complicada, inmunodeprimidos, riesgo de afectación mucosa, recidivas y afectación cutánea difusa. En el caso de nuestra paciente, ante la ausencia de mejoría con antibioterapia y las lesiones características de leishmaniasis, se estableció el diagnóstico clínico. Dada la afectación importante y la persistencia de las lesiones en el tiempo, se indicó tratamiento intralesional con antimoniato de meglumina. Presentó buena evolución clínica, quedando una atrofia residual en el lugar de las lesiones.

El impétigo² es la infección bacteriana más común en niños entre 2 y 5 años. Hay dos subtipos: no bulloso (70%) y bulloso (30%). El impétigo no bulloso o contagioso esta causado por S. aureus o S. pyogenes, caracterizándose por costras de color miel en la cara y extremidades. Puede afectar la piel de forma primaria o ser secundario a eccema, infecciones de picaduras o lesiones herpéticas. El impétigo bulloso, causado exclusivamente por S. aureus se presenta como una grande ampolla flácida y suele afectar áreas intertriginosas.

La psoriasis³ es una enfermedad crónica sistémica, con afectación predominantemente cutánea. La afectación cutánea en forma de psoriasis vulgaris (placas blanquecinas, induradas y eritematosas bien definidas) es la forma de manifestación más frecuente, localizándose normalmente en las rodillas, los codos, el cuero cabelludo y el tronco. Se caracteriza por una proliferación anormal de los queratocitos e infiltración de células del sistema inmune en la dermis y epidermis. Suele tener una evolución cíclica, con fases de alta actividad y periodos de remisión. Las comorbilidades más frecuentes son las reumatológicas y cardiovasculares, en particular la artritis psoriásica.

El ectima gangrenoso⁴ es una lesión dérmica característica de la infección por Pseudomona aeruginosa. Afecta a pacientes inmunocomprometidos, aunque también puede aparecer en individuos previamente sanos, la mayoría con factores de riesgo o condiciones médicas no diagnosticadas que facilitarían su desarrollo (neutropenia, infección viral previa o tratamiento antibiótico reciente). Puede presentarse como mácula purpúrea y eritematosa, vesícula hemorrágica, ampolla o lesión nodular que progresa a úlcera dolorosa e indurada con centro necrótico y base eritematosa en 12-24 horas.