Artículo original:
Gui S, Patel N, Issenman R, Kam AJ. Acute management of pediatric cyclic vomiting syndrome: a systematic review. J Pediatr. 2019;214:158-64.
El síndrome de vómitos cíclicos (SVC) se caracteriza por episodios de vómitos que terminan en repetidas visitas a Urgencias. Estos episodios se siguen de periodos libres de síntomas. En general está infradiagnosticado, ya que sus síntomas se solapan con muchas otras enfermedades.
Hasta la fecha no existen ensayos controlados sobre el manejo durante la crisis de SVC pediátrico, ni existen protocolos estandarizados basados en la evidencia. El objetivo de esta revisión es resumir la evidencia disponible sobre la medicación utilizada durante la crisis.
Teniendo en cuenta la evidencia actual, los triptanes son terapias potencialmente abortivas que podrían ser incluidas en los protocolos de manejo agudo. Como terapia de rescate durante la fase de vómitos, el ondansetrón es el tratamiento con mayor evidencia de su eficacia. No existe suficiente evidencia que apoye su uso combinado con lorazepam, al igual que el de medicaciones comúnmente utilizadas como ketorolaco y clorpromazina con difenhidramina. Por último, parece claro que la fluidoterapia intravenosa es esencial para el manejo agudo.
De las 7 intervenciones farmacológicas para las que existen datos cuantitativos, ondansetrón es el que tiene mayor tamaño muestral con disminución de, al menos, un 50% en la duración y frecuencia de los vómitos en aproximadamente el 60% de los pacientes. Los estudios con sumatriptán subcutáneo y aprepitant tuvieron un tamaño muestral limitado, pero los resultados son prometedores (respuesta del 69 y 76% respectivamente con una reducción del 50% en número de vómitos).
Existen dos protocolos sobre el manejo del SVC, publicados en 2004 y 2008, aunque ninguno elaborado con metodología de medicina basada en la evidencia. En el primero, publicado por Sunku y Li, proponen dividir en dos ramas de tratamiento según se acompañe de migraña o no. En el primer caso se propone tratar con ketorolaco y un agente antimigrañoso (sumatriptan). El manejo del segundo caso se realizaría con fluidoterapia y ondansetrón más lorazepam o más clorpromacina más difenhidramina para mayor efecto sedante. El segundo protocolo publicado por la North American Society for Pediatric Gastroenterology, Hepatology, and Nutrition (NASPGHAN) publica similares recomendaciones, aunque únicamente recomienda triptanes en mayores de 12 años y ketorolaco en caso de dolor abdominal. Comparando estos protocolos con los resultados de esta revisión, parece que el ondansetrón es el tratamiento con mayor evidencia para poder incluirlo como terapia de rescate en la fase de vómitos. Los sedantes juegan un papel prometedor como abortivo en la fase de vómitos y como tratamiento preventivo en la fase prodrómica. Aunque la combinación de ondansetrón y lorazepam ha sido recomendada en numerosas publicaciones, no hay suficientes datos cuantitativos que lo apoyen. Medicaciones comúnmente usadas como ketorolaco y clorpromazina con difenhidramina carecen de suficiente evidencia en el momento actual, para recomendar su uso.
Se trata de una revisión sistemática de una calidad metodológica aceptable, pero que se ve limitada por la falta de ensayos clínicos controlados sobre el tema, la escasez de datos cuantitativos extraíbles para su análisis, la mala calidad de los estudios primarios y la heterogeneidad en cuanto a poblaciones e intervenciones. Todo ello impide la realización de un metanálisis y dificulta la extracción de conclusiones sobre el tratamiento de la fase aguda del SVC.
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