El quiste óseo aneurismático es una lesión quística que representa el 9% de todos los tumores óseos. La localización más común es el fémur, tibia y húmero. Consiste en espacios cavernosos ocupados por sangre con restos de osteoclastos y tejido óseo reactivo. Radiológicamente se presenta como una lesión lítica excéntrica y se describe como “pompa de jabón”, dada la erosión de la corteza ósea y elevación del periostio. El tratamiento es resección o curetaje^1,2.

El osteocondroma es uno de los tumores óseos benignos más frecuentes en niños, representa aproximadamente el 30%¹. Suele localizarse en la metáfisis de huesos largos como el tercio distal de fémur, tercio proximal de tibia y tercio proximal del húmero.

Pueden ser solitarios o múltiples formando parte de la exóstosis hereditaria múltiple. Se presenta con una masa ósea no dolorosa y radiológicamente pueden considerarse pediculados o de base amplia como en el caso presentado, originados en la superficie ósea. Únicamente está indicada la cirugía en caso de sintomatología asociada². Es importante tener en cuenta que en aquellos pacientes con osteocondromas que asocien dolor o rápido crecimiento se debe descartar una posible transformación maligna (condrosarcoma). Este riesgo es del 1% en la exóstosis solitaria y asciende al 10% en la exostosis hereditaria dado el número de lesiones que presentan³. En el caso presentado, dado que no presenta síntomas y es un osteocondroma solitario, se realizan controles periódicos, sin precisar ninguna intervención en el momento actual.

El osteoma osteoide es un tumor óseo benigno. Se localiza normalmente en la corteza de huesos largos (fémur o tibia) y es característico el dolor nocturno que mejora con antiinflamatorios no esteroideos. Radiológicamente, aparece como una imagen redondeada rodeada de hueso esclerótico (nidus). El tratamiento es la extirpación de la lesión^1,2.

El sarcoma de Ewing se engloba dentro de los tumores de la familia Ewing, que incluye el sarcoma de Ewing y el tumor neuroectodérmico Primitivo (PNET). El 90% presenta una translocación entre el cromosoma 11 y 22, de peor pronóstico. La localización más frecuente es en la diáfisis de huesos largos con invasión de tejidos adyacentes. La clínica es dolor, apareciendo más tarde la tumoración (suelen tener fiebre asociada y afectación del estado general). Pueden debutar como una fractura patológica. Radiológicamente se presenta como una lesión lítica intramedular con patrón permeativo y destrucción cortical⁴. El tratamiento será multidisciplinar (cirugía, radioterapia y poliquimioterapia)².