En las extrasístoles supraventriculares, es típico encontrar en el ECG un latido anticipado con una morfología del QRS igual a los latidos sinusales del paciente. En el trazado del ECG, puede o no verse una onda P. En nuestro paciente, los complejos QRS señalados por la flecha son claramente distintos a los sinusales, sin que exista una pausa compensatoria posterior. Pese a que, por probabilidad, son las arritmias más frecuentes en recién nacidos sanos, no sería la respuesta correcta en este caso.

Observamos complejos QRS anchos con ondas T invertidas que hacen pensar en una TV; sin embargo, el discreto aumento de su frecuencia cardiaca basal, la edad del paciente y su excelente tolerabilidad, la convierten en una opción menos probable¹.

Efectivamente, el ECG es compatible con un RIVA, una arritmia ventricular, monomórfica, relativamente lenta, habitualmente no superior al 10-15%² de la frecuencia sinusal basal. Es de causa idiopática y es importante recordar que se observa con más frecuencia en los recién nacidos. No suele presentar síntomas y generalmente no precisa de tratamiento³. En nuestro ECG, aparecían unos latidos arrítmicos, con complejos QRS anchos y una frecuencia discretamente elevada sin repercusión hemodinámica perceptible. El paciente se citó para revisión a los 40 días de vida, realizándose un ECG que mostraba un patrón normal para su edad con resolución del RIVA. Los ecocardiogramas fueron en todo momento normales.

El bloqueo auriculoventricular de tercer grado consiste en la presencia de un ritmo auricular, habitualmente más rápido que el ventricular, habiendo una diferencia numérica entre ondas P y complejos QRS (disociación auriculoventricular), con intervalos R-R constantes y PR variables, un patrón que no objetivamos en nuestro ECG.