Aunque, en caso de estar indicada la administración de carbón activado, esta debe realizarse lo antes posible, la descontaminación digestiva nunca es el primer paso a dar en la atención de un paciente que ha contactado con un posible tóxico.

Existen sustancias altamente tóxicas a pequeñas dosis, especialmente en los niños pequeños, en los que un comprimido o cucharadita pueden alcanzar la dosis letal. Nunca debe subestimarse la gravedad de la ingesta por tratarse de una cantidad escasa.

En un paciente expuesto a un posible tóxico, como en cualquier otro paciente atendido en el Servicio de Urgencias de Pediatría, el manejo empieza por la evaluación clínica inicial que nos permite detectar al paciente inestable e iniciar la estabilización. En aquellos niños expuestos a una sustancia tóxica con un Triángulo de Evaluación Pediátrico inestable, y siempre que esté asegurada la protección del equipo asistencial, priorizaremos la aproximación ABCDE (airway-breathing-circulation-disability-exposure) sobre cualquier otra actuación.

El pilar del manejo de los pacientes intoxicados inestables es, en la mayoría de los casos, la aplicación de las medidas de soporte oportunas e instauración de una estrecha monitorización. En casos excepcionales, puede estar indicada la administración de antídotos dentro del ABCDE: son los llamados “antídotos de reanimación”. Un ejemplo es la naloxona cuya administración, dentro del ABC, estaría indicada en pacientes con depresión neurológica y respiratoria, si existe la sospecha de intoxicación por opiáceos.