Estudios en voluntarios sanos demuestran que la administración inmediata de carbón activado reduce muy significativamente la absorción de la mayoría de los fármacos. La regla nemotécnica “PHAILS” nos ayuda a recordar las principales sustancias en las que el carbón activado “falla”: P = Pesticides; H = Hydrocarbons, Heavy metals (Pb, Hg, etc.); A = Alcalis, Acids, Alcohols; I = Iron; L = Lithium; S = Solvents. Los fármacos en los que el carbón activado no resulta útil son, fundamentalmente, el hierro y el litio.

Por un lado, el carbón activado no tiene capacidad para adsorber a los ácidos o álcalis, por lo que su uso no está indicado tras la ingesta de un cáustico. Además, en estos casos puede ser necesaria la realización de una endoscopia digestiva alta y el carbón activado dificultaría la visualización de la mucosa digestiva. Por otro lado, el principal efecto secundario de la administración de carbón activado es la aparición de vómitos y, tanto en la ingesta de hidrocarburos como de cáusticos, es fundamental evitar la aparición de estos. En el caso de los hidrocarburos, los vómitos tienen un elevado riesgo de producir neumonitis por aspiración del producto. En el caso de los cáusticos, los vómitos suponen un aumento del tiempo de contacto del producto con la mucosa digestiva y, por tanto, mayor riesgo de lesiones.

La neumonitis química debida a la aspiración de carbón activado es una entidad grave. Por ello, solo deberá administrarse carbón activado a pacientes con una vía aérea intacta (nivel de conciencia normal) o, en caso de disminución del nivel de conciencia con riesgo de abolición del reflejo nauseoso, si la vía aérea está aislada mediante intubación traqueal.

Todas las técnicas de descontaminación digestiva pueden ser causa de iatrogenia. En el caso del carbón activado, no debe menospreciarse el riesgo de neumonitis química en caso de aspiración. Por ello, antes de proceder a su administración, siempre se debe valorar la situación (capacidad de absorción de la sustancia implicada por parte del carbón, dosis ingerida, tiempo transcurrido y situación clínica) y concluir que el potencial beneficio supera el riesgo.