También conocida como pseudotumor de la infancia. Es el resultado de un traumatismo en el músculo esternocleidomastoideo durante el parto o periodo intrauterino, que desencadenaría fibrosis de este. Al nacimiento o en los primeros días de vida se palpa una masa firme, móvil y no dolorosa en la región del esternocleidomastoideo que presenta aumento progresivo de tamaño hasta aproximadamente 3 cm dentro del primer mes. La cabeza se gira hacia el lado de la lesión por un acortamiento del músculo, que origina el torticolis. El tratamiento es conservador con rehabilitación precoz debido a que un 50-70% se resuelven dentro del primer año¹.

Las anomalías del segundo arco branquial representan el 95% de las alteraciones de los arcos branquiales. El segundo arco forma el hueso hioides y las áreas adyacentes. Se presentan como una masa cervical lateral, redonda, homogénea y dura, localizada en el borde anterior del músculo esternocleidomastoideo. Estas anomalías pueden presentarse como quistes (no tienen apertura), senos (se abren al exterior) y fístulas (apertura interna y externa). El diagnóstico se realiza por ecografía (figura 2) y pueden ser útiles otros estudios radiológicos como la tomografía axial computarizada o la resonancia magnética para definir y delimitar la alteración anatómica. El tratamiento definitivo es la extirpación completa, ya que tiene una alta tasa de recurrencia si no se consigue la resección completa de esta y evita las sobreinfecciones^1-3. En nuestro caso la cirugía se programó para realizar al año de vida, salvo que apareciesen complicaciones antes de esa edad. La intervención no se ha realizado aún, ya que se ha pospuesto por la pandemia de COVID-19.

Fig. 2. Ecografía cervical: se aprecia el componente interno del vestigio del segundo arco branquial. Su límite profundo (delimitado en amarillo) se origina justo por delante del vientre anterior del músculo esternocleidomastoideo derecho (delimitado con la línea naranja). Este componente profundo se continúa hasta la piel con un trayecto tubular hipoecoico (representado en verde) que presenta una dirección posterior y superficial al esternocleidomastoideo, por ello la lesión externa que se aprecia a la exploración física no se visualiza claramente por delante del esternocleidomastoideo. En los círculos rojo y azul quedan representados la arteria y vena carótidas internas derechas respectivamente.

Los quistes tiroglosos suponen la primera en frecuencia de las malformaciones congénitas cervicales. Se deben a la persistencia de restos del conducto tirogloso, el cual se produce por el descenso del primordio tiroideo desde la lengua hasta su ubicación final en la cara anterior del cuello. Se presentan como una masa en línea media, quística, indolora y cerca del hueso hioides que se moviliza al tragar o al protruir la lengua. En dos tercios de los casos se encuentran adyacentes al hioides, aunque se pueden encontrar en todo el trayecto desde la lengua hasta la glándula tiroides. En el 30% de los casos se puede encontrar una fístula externa. Puede producir clínica compresiva de estructuras vecinas: disfonía, estridor, disfagia, disnea, tos, etc. El tratamiento es la resección quirúrgica para evitar infecciones^1-3.

El quiste dermoide es el teratoma más frecuente de cabeza y cuello. Está compuesto de una o dos capas germinativas. Se desarrolla en la línea media o en región lateral del cuello durante el segundo trimestre y puede crecer rápidamente. Puede presentarse con un polihidramnios o como una gran masa cervical al nacer y, aunque es benigna, puede generar obstrucción severa de la vía aérea. El tratamiento es la resección quirúrgica, con control estrecho posterior de marcadores tumorales (alfa-fetoproteína y gonadotropina coriónica humana beta)¹.