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Artículo original:
Fernández-Sarmiento J, De Souza DC, Martínez A, Nieto V, López-Herce J, Soares Lanziotti V, et al. Latin American Consensus on the Management of Sepsis in Children: Sociedad Latinoamericana de Cuidados Intensivos Pediátricos [Latin American Pediatric Intensive Care Society] (SLACIP) Task Force: Executive Summary. J Intensive Care Med. 2021 Nov 23:8850666211054444.

La sepsis es una de las principales causas de morbimortalidad en la infancia a nivel mundial, especialmente en los países con menos recursos. Las guías internacionales pediátricas de la Surviving Sepsis Campaign (SSC) han desarrollado unas recomendaciones basadas en la evidencia para el manejo de la sepsis buscando la mejor práctica1, pero sin tener en cuenta la posible limitación de recursos en muchas regiones. La Sociedad Latinoamericana de Cuidados Intensivos Pediátricos (SLACIP) desarrolló un consenso de expertos en sepsis para realizar recomendaciones aplicables a regiones con menos recursos, especialmente en el espacio geográfico latinoamericano. En la búsqueda bibliográfica se enfatizó la búsqueda de originales en ese entorno geográfico, incluyendo estudios en español y portugués. Se establecen 62 recomendaciones para el diagnóstico y tratamiento de la sepsis. El artículo es un resumen de las recomendaciones, todavía no publicadas en su versión completa.
El manejo hemodinámico2 inicial debe individualizarse, aunque el uso de paquetes de medidas en un entorno con recursos poco especializados puede ser especialmente necesario. En el paciente que presenta hipotensión arterial o hipoperfusión, se debe realizar una expansión de volumen de 10 ml/kg, con soluciones balanceadas, así como expansión cuidadosa, para alcanzar los objetivos clínicos, hasta unos 40 ml/kg (60 ml/kg si existe recurso de UCI), y que debe pararse antes si existen signos de sobrecarga de volumen. En los pacientes con una respuesta clínica insuficiente o con sobrecarga de volumen se deben iniciar drogas vasoactivas por vía periférica o intraósea, preferentemente adrenalina, reservando el uso de noradrenalina para situaciones de bajas resistencias periféricas.
Esta expansión de volumen debe ser especialmente cuidadosa en ausencia de recursos avanzados, como el acceso a cuidados intensivos. En este caso, si no existe hipotensión, no se realizará expansión de volumen, a no ser que haya signos clínicos claros de hipovolemia, y limitándolo hasta unos 40 ml/kg.
Debe ajustarse a la situación clínica del paciente, buscando el soporte menos invasivo necesario. Puede requerir oxigenoterapia para alcanzar el objetivo de saturación O2 90-94%, soporte respiratorio no invasivo (VMNI) o invasivo (VMI). Si el paciente presenta un compromiso respiratorio, en áreas de poco acceso o con un acceso no seguro a la VMI, se recomienda el uso de VMNI. No está indicado en esta situación una intubación inmediata en situaciones de shock séptico, salvo si presenta apnea, coma o ausencia de respuesta al tratamiento realizado. En caso de necesitar intubación, se recomienda optimizar antes la expansión de volumen necesaria o la administración de drogas vasoactivas, para evitar el deterioro durante la misma.
Se recomienda como mínimo una monitorización continua no invasiva que incluya ECG, pulsioximetría, tensión arterial no invasiva, temperatura y diuresis horaria. En situaciones de shock séptico, si los recursos están disponibles, se recomienda además tensión arterial invasiva, saturación venosa central de oxígeno y ecocardiografía. Además, si está disponible, la monitorización del gasto cardiaco puede guiar el tratamiento hemodinámico.
En los casos de shock séptico3, debemos administrarlo en la primera hora del diagnóstico, y en los pacientes con sepsis pero sin shock, en las primeras 3 horas y, si es posible, tras la extracción previa de hemocultivos. Debe ser un tratamiento antibiótico empírico de amplio espectro que cubra los gérmenes más probables, adaptado a la epidemiología microbiana y a las resistencias antimicrobianas de la zona, así como a otros factores como la edad, el cuadro clínico, el foco, las características del paciente (p. ej., enfermedad de base), los procedimientos invasivos, la historia previa de uso de antimicrobianos o la colonización o infección por gérmenes multirresistentes. Además, debe tener una penetración adecuada en el foco sospechado. Una vez conocido el agente etiológico, se debe reducir el espectro y ajustarlo al germen responsable.
La metodología utilizada para las recomendaciones fue por consenso de expertos, utilizando el método Delphi modificado, a partir de las cuestiones planteadas, de una revisión sistemática de la literatura, referida a cada una de esas preguntas, y de una graduación de la evidencia siguiendo la metodología GRADEpro GDT. Finalmente, se realizaron 62 recomendaciones. Aunque 60/62 recomendaciones son fuertes al lograr un consenso de expertos >80%, 56 de ellas tienen un nivel de evidencia bajo.
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