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Artículo original:
Zhao Y, Dong BR, Hao Q. Probiotics for preventing acute upper respiratory tract infections. Cochrane Database Syst Rev. 2022;8:CD006895.

Actualización de la última revisión realizada en 2015 sobre la acción preventiva de los probióticos en las infecciones agudas de vías respiratorias altas (IRVA). Para ello se analizaron 23 estudios, consiguiendo una muestra de 6950 personas, incluyendo niños, adultos y ancianos de varios países, en los cuales se comparaban pacientes que habían realizado tratamiento con probióticos con otros que no, o con placebo. El estudio concluye que los probióticos pueden reducir el diagnóstico de al menos tres episodios de IRVA en un 41%, así como el consumo de antibióticos en un 42%. De forma menos significativa, pueden reducir el diagnóstico de al menos un episodio de IRVA en un 24%, la tasa de incidencia de IRVA en un 18%, así como pueden disminuir la media de duración de los síntomas en 1,22 días. De igual manera, existe una evidencia muy incierta sobre la reducción del absentismo a escuelas o trabajo debido al empleo de probióticos. Los efectos adversos descritos fueron menores y principalmente de tipo gastrointestinal.
Dentro de las infecciones agudas de vías respiratorias altas se incluyen el resfriado común, la sinusitis aguda, la faringitis aguda, la laringotraqueobronquitis aguda (crup), la epiglotitis aguda, la rinosinusitis aguda y la otitis media aguda. Se consideran la mayor causa de morbilidad en niños y en personas mayores, y constituyen el principal motivo de consulta médica. La mayoría de ellas tienen una etiología viral, cursando con una sintomatología leve entre 3 y 7 días. En muchas ocasiones se hace un uso indebido de los antibióticos para tratarlas, contribuyendo así a la aparición de resistencias.
A pesar de que los mecanismos de acción de los probióticos no están del todo claros, su aplicación ha mostrado resultados prometedores sobre el sistema inmune, pudiendo resultar beneficioso su uso en el tratamiento de la diarrea infecciosa y la diarrea asociada a antibioterapia, entre otros procesos. Es fundamental cuando hacemos referencia a los probióticos indicar la cepa, la concentración o dosis empleada, la duración de la misma y la población o grupo concreto de estudio, como si de un medicamento se tratara.
Los probióticos pueden mejorar nuestra salud actuando a distintos niveles:
Se ha visto que el consumo de probióticos durante al menos 3 meses puede reducir el diagnóstico de al menos tres episodios de IRVA en un 41%, además de la necesidad de tratamiento antibiótico en un 42%. Asimismo, pueden reducir de forma menos significativa el diagnóstico de al menos un episodio de IRVA en un 24%, la tasa de incidencia de IRVA en un 18%, así como puede haber una disminución en la duración de los síntomas a una media de 1,22 días. De igual manera, existe una evidencia muy incierta sobre la reducción del absentismo en las escuelas o el trabajo debido al empleo de probióticos.
Los efectos adversos descritos tras el tratamiento preventivo con probióticos han sido menores, principalmente de tipo gastrointestinal como diarrea, vómitos y flatulencia.
El principal problema del estudio es la gran heterogeneidad de la población incluida, abarcando tanto a niños y adultos como a ancianos, así como la inclusión de una o dos cepas de probióticos y diferente dosis en cada uno de ellos. Asimismo, no se tuvo en cuenta el tipo de IRVA diagnosticada en los pacientes, analizando todas ellas indistintamente. Todo esto puede llegar a dificultar la obtención de conclusiones sobre la verdadera eficacia de los probióticos en la prevención de las IRVA. Además, en algunos de los estudios analizados no se pudo asegurar un adecuado método doble ciego, pudiendo incurrir en sesgos. Se establecieron unos grados de certeza para el análisis de los estudios, siendo las principales limitaciones de la evidencia un deficiente enmascaramiento simple ciego y la falta de datos homogéneos en algunos de ellos.
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