La psoriasis pustulosa se caracteriza por áreas eritematosas con pústulas en su interior, pudiendo desarrollar afectación generalizada en forma de eritrodermia. Con frecuencia asocia fiebre y malestar general. Es una forma de psoriasis poco frecuente que puede desencadenar cuadros potencialmente graves¹.

El pónfolix o eccema dishidrótico es una lesión que se localiza típicamente en la zona lateral de los dedos secundaria al acúmulo de edema que ocasiona múltiples vesículas agrupadas. Puede extenderse a palmas y plantas².

La toxicodermia es una manifestación cutaneomucosa no deseada provocada por medicamentos. Ninguno de los inmunosupresores (micofenolato, tacrolimus y prednisona) causan lesiones cutáneas como las que presenta nuestra paciente. Entre sus manifestaciones dérmicas podemos encontrar desde reacciones acneniformes y prurito hasta necrólisis epidérmica tóxica, en el caso del tacrolimus³.

La acropustulosis infantil es una afectación cutánea caracterizada por la aparición de pápulas eritematosas que evolucionan a vesículas o pústulas en 24-48 horas y posteriormente se tornan costrosas. Son muy pruriginosas y se localizan predominantemente a nivel acral, pudiendo afectar a extremidades, tronco, cara y cuero cabelludo. La mayoría se relacionan con base atópica, sin embargo, existe una relación con la infección por Sarcoptes escabiei, ya que se postula que el ácaro produce una reacción de hipersensibilidad cutánea cíclica. La paciente había presentado surcos acarinos en ambas manos previamente a la aparición de las lesiones de la imagen, lo que nos hizo asociar la acropustulosis con la escabiosis. El diagnóstico diferencial incluye el impétigo, el eccema dishidrótico, la enfermedad mano-pie-boca y la psoriasis pustulosa. Cuando no hay una causa definida de la acropustulosis, la resolución del cuadro suele ser espontánea. En el caso de nuestra paciente, el manejo más adecuado es el tratamiento de la escabiosis, así como el de las posibles complicaciones como la sobreinfección de las lesiones⁴.