El síndrome de la piel escaldada estafilocócica es un trastorno de la piel que ocurre cuando las exotoxinas producidas por S. aureus se diseminan por vía hematógena a la piel. Las manifestaciones clínicas son eritema, ampollas y descamación, así como sintomatología sistémica (fiebre, irritabilidad y malestar general). Este síndrome precisa de hospitalización y antibioterapia intravenosa¹. En nuestro caso se realiza cultivo de las flictenas que resulta negativo.

El impétigo es una infección bacteriana superficial y contagiosa que se observa en niños de 2 a 5 años. Se suelen formar vesículas que se agrandan y rompen posteriormente quedando una fina costra marrón o descamación. Por lo general, suelen presentar menos lesiones que el impétigo no ampolloso y afectan característicamente al tronco. Está ocasionado por S. aureus, productor de toxina A exfoliativa que provoca la pérdida de adhesión celular en la epidermis superficial. El tratamiento de esta entidad puede ser tópico u oral, reservándose este último para los casos con afectación extensa. Se trata de una enfermedad muy contagiosa y debe guardarse un aislamiento de contacto por gotas en su entorno hasta pasadas 24 horas del inicio del tratamiento².

La dermatitis de contacto irritativa es el tipo más frecuente de dermatitis en todas las edades. Los niños, en concreto los lactantes, se encuentran entre los más vulnerables a los irritantes. Las lesiones se localizan en las zonas en contacto con el supuesto irritante, dando lugar a lesiones papulares eccematosas, exudativas, costrosas e incluso ampollosas, siendo los síntomas fundamentales quemazón, dolor y prurito. En nuestro caso, entre los efectos adversos raros del ácido fusídico 20 mg/g se encuentra recogida la aparición de lesiones ampollosas con una incidencia de 1 por cada 1000 personas^3,4 Tras la retirada del tratamiento tópico, se produce la resolución espontánea de las lesiones sin precisar antibioterapia.

La epidermólisis ampollosa (EB) es un trastorno hereditario de fragilidad de la piel, clínica y genéticamente heterogéneo, caracterizado por anomalías estructurales que causan una alteración en la unión dermoepidérmica, lo que resulta en una mayor vulnerabilidad cutánea al estrés mecánico. Las características clínicas incluyen ampollas, erosiones, ulceraciones y cicatrices después de traumatismos menores. La forma localizada es la más leve y común de EB. Se presenta entre la infancia y la tercera década de la vida con ampollas inducidas por traumatismo o fricción, principalmente limitadas a las palmas de las manos y las plantas de los pies. En los lactantes se pueden desarrollar ampollas o ulceraciones de la mucosa oral y, por lo general, se resuelven con el aumento de la edad⁵.