El linfangioma quístico es una malformación congénita que consiste en el secuestro de vasos linfáticos que quedan aislados, generando estructuras quísticas. Estas se presentan como tumoraciones de naturaleza benigna, más frecuentemente localizadas en cabeza y cuello (75%) y axila (20%). Normalmente presentan un crecimiento lento; sin embargo, pueden aumentar de tamaño rápidamente si se acompañan de un proceso febril¹.

Las pruebas de imagen permiten delimitar la extensión y su relación con estructuras vecinas. El diagnóstico definitivo es anatomopatológico y el tratamiento es quirúrgico en la mayoría de casos, aunque también son efectivas las inyecciones esclerosantes con OK-432².

En nuestro caso, la primera aproximación diagnóstica se realizó mediante ecografía y se confirmó con resonancia magnética. Fue presentado en el Comité de Anomalías Vasculares para valorar punción +/- escleroterapia; sin embargo, puesto que en el control ecográfico a los 6 meses se observó involución espontánea de la lesión tras la complicación previa, se decidió actitud expectante con seguimiento posterior.

El hamartoma fibroso es un tumor mesenquimal benigno infrecuente que cursa como un nódulo subcutáneo único en niños menores de 2 años. Tiene una anatomía patológica característica consistente en una agrupación de bandas bien definidas de tejido fibroso denso, grupos de células fusocelulares de aspecto más inmaduro y tejido adiposo maduro, y el tratamiento es quirúrgico³.

El absceso cutáneo es una colección purulenta que se localiza en dermis o tejido celular subcutáneo. Aparece tras una infección cutánea, traumatismo o diseminación hematógena y suele presentarse como un nódulo eritematoso y doloroso que progresa a fluctuante⁴.

La fibrodisplasia osificante progresiva es una enfermedad rara que afecta al tejido conectivo y consiste en la formación de hueso heterotópico en tejidos blandos. La clínica (hallux valgus bilateral, malformaciones en los pulgares, clinodactilia, etc.) y los hallazgos radiológicos (malformaciones articulares y osificación de tejidos blandos) pueden orientar al diagnóstico, pero para confirmarlo es preciso realizar un estudio genético⁵.