Artículo original: Rivers L, Gaspar HB. Severe combined immunodeficiency: recent developments and guidance on clinical management. Arch Dis Child. 2015;0:1-6. |
Revisión bibliográfica de los avances en el conocimiento y manejo de la inmunodeficiencia combinada grave (ICG) en los últimos 20 años, incidiendo en la importancia de la sospecha clínica y analítica desde la atención pediátrica. El cribado neonatal, realizado actualmente en 23 estados de EE. UU., ha permitido establecer una incidencia de ICG de 1/58 000 recién nacidos vivos frente a la cifra previa de 1/100 000. La mayoría de defectos genéticos responsables se heredan de manera recesiva. Se revisan los principios generales de tratamiento de soporte y los avances en el trasplante de precursores hematopoyéticos (TPH). Se analizan la terapia enzimática sustitutiva para el déficit de adenosina desaminasa (ADA) y los avances en terapia génica. Asimismo, se identifican los factores que han mejorado el pronóstico de estos pacientes, que con un diagnóstico precoz alcanzan una supervivencia superior al 90%.
La presentación típica de ICG son las infecciones recurrentes, graves u oportunistas en un lactante de 3-6 meses. También puede existir fallo de medro, diarrea persistente y muguet refractario a tratamiento tópico. La mayoría de defectos géneticos responsables de la ICG se heredan de forma recesiva, por lo que son más frecuentes en hijos de padres consanguíneos. Pueden existir antecedentes familiares de inmunodeficiencia o de lactantes fallecidos por causas no aclaradas. Habitualmente existe linfopenia, aunque no está presente en todos los casos de ICG.
El síndrome de Omenn es una variante de ICG que se produce por mutaciones hipomórficas de determinados genes que, al no inhibir completamente su funcionalidad, posibilitan la existencia de poblaciones oligoclonales de linfocitos T autorreactivos, generalmente CD4 activados y de memoria (CD4+DR+CD45Ro+), que al infiltrar los tejidos originan las manifestaciones características de este síndrome: exantema, linfadenopatía, hepatoesplenomegalia y diarrea. Suele existir eosinofilia y elevación de IgE, con cifra de linfocitos normal o elevada.
Sí, aunque actualmente solo se lleva a cabo en 23 estados de EE. UU. Se determinan T-cell receptor excision circles (TREC), un marcador del procesamiento de los receptores de células T durante su maduración tímica, en muestras de sangre seca en las tarjetas de pruebas metabólicas. Un valor bajo de TREC indica un bajo número de linfocitos T naïve. La especificidad es superior al 99%.
El tratamiento de soporte consiste en aislar al paciente, evitar las vacunas atenuadas, optimizar el estado nutricional y administrar profilaxis antiinfecciosa (cotrimoxazol para P. jirovecii, junto con cobertura antiviral y/o antifúngica según la situación clínica y las guías locales) e inmunoglobulina sustitutiva (intravenosa o subcutánea). En las transfusiones de hemoderivados deben emplearse productos irradiados y negativos para citomegalovirus. Los pacientes con síndrome de Omenn habitualmente precisan tratamiento inmunosupresor (corticoides, ciclosporina) para controlar la reacción inflamatoria. En la ICG por déficit de ADA puede administrarse terapia enzimática sustitutiva.
El tratamiento definitivo es el trasplante de precursores hematopoyéticos (TPH). En los últimos años se está desarrollando terapia génica utilizando células hematopoyéticas autólogas modificadas genéticamente.
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