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El asentimiento sirve para hacer partícipe al niño sin capacidad suficiente para consentir

Una cosa es consentir y otra asentir

Ya se ha visto que la capacidad para consentir “se regala” por Ley a los 16 o 18 años, ni un día más ni menos, y además como sucede con los adultos, “se presume” sin más. ¿Quién puede afirmar que a los 19 años se es más maduro que a los 17?

Pues bien, la capacidad de asentir ni se regala ni está legislada, y es algo que contribuye al desarrollo de las capacidades para adquirir autonomía en la edad adulta. Hay que involucrar al niño en la medida de lo posible en pequeñas decisiones cotidianas, por superfluas que parezcan, según su nivel de evolución.

El asentimiento sirve para hacer partícipe al niño sin capacidad suficiente para consentir y busca el acuerdo positivo del niño, en función de lo que es capaz de comprender en cada decisión14.

La Asociación Americana de Pediatría (AAP), ya en el año 1995, destaca que pedir el asentimiento reconoce la dignidad y estatus moral del niño15 y en el año 200816, reconoce que:

  • Ayuda a conseguir una conciencia adecuada de la situación.
  • Revela al niño lo que se espera con los test diagnósticos y de tratamiento.
  • Evalúa los conocimientos del niño y los factores que influyen en su respuesta.
  • Exige que el niño exprese de la voluntariedad del niño para aceptar el cuidado propuesto.

Actualmente se recomienda que el proceso del asentimiento sea personalizado y se comience en la edad escolar17.

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