Respuesta correcta. El síndrome de Stevens-Johnson es una enfermedad rara pero potencialmente mortal, principalmente asociado a reacciones adversas a fármacos (antiepilépticos, como la combinación de lamotrigina y ácido valproico, o antibióticos entre otros), o causas infecciosas (por ejemplo, Mycoplasma pneumoniae)1-3. Se caracteriza por la aparición de máculas confluentes generalizadas, afectación de mucosas y fiebre. Pueden surgir ampollas, ulceraciones y costras, o presentar incluso afectación visceral.
Es importante detectar las lesiones oculares ya que pueden causar secuelas importantes1,2,4. El tratamiento depende de la gravedad y extensión de las lesiones, y consiste fundamentalmente en control sintomático y tratamiento de soporte. Puede requerir ingreso en unidades de quemados, y es fundamental evitar sobreinfecciones, no estando indicado el uso de antibióticos profilácticos. Es necesario el control por un oftalmólogo1,2.
El uso de corticoides intravenosos es controvertido, ya que pueden aumentar el riesgo infeccioso, pero usados en fase precoz de la enfermedad y en dosis adecuadas pueden mejorar la evolución y frenar la progresión. El uso de inmunoglobulina intravenosa es actualmente la tendencia más extendida. La inmunosupresión con ciclosporina es otra modalidad terapéutica con resultados prometedores 1,2,5. En nuestro caso se retiró la lamotrigina y se inició metilprednisolona (1,5 mg/kg/día), con evolución favorable y alta 48 horas después.