Artículo original: Krowchuk DP, Frieden IJ, Mancini AJ, Darrow DH, Blei F, Greene AK, et al. Clinical practice guideline for the management of infantile hemangiomas. Pediatrics. 2019;143:e20183475.
Documento elaborado por el Subcomité de Hemangiomas de la Asociación Americana de Pediatría, dirigido por un pediatra e integrado por especialistas de distintas ramas de la Medicina. En él se revisan los más recientes avances en el diagnóstico y tratamiento de uno de los tumores más frecuentes en el primer semestre de vida y se establecen pautas de identificación, clasificación y tratamiento en función del riesgo vital, funcional y cosmético.
El objetivo fundamental de esta guía es apoyar al pediatra en tres escenarios diferentes basados en su experiencia: toma de decisiones diagnóstico-terapéuticas independientes, colaboración con el especialista a cargo del paciente o seguimiento de la evolución o de los potenciales efectos adversos del tratamiento con β-bloqueantes.
Presenta un total de 20 tablas que van resumiendo de forma muy didáctica acciones, definiciones y recomendaciones en cinco áreas específicas, como son el diagnóstico precoz de las formas graves, las pruebas de imagen que hay que realizar, el tratamiento farmacológico, el tratamiento quirúrgico y la educación de los padres.
Los hemangiomas segmentarios en la cara, el área del pañal y la línea media del tórax tienen un alto índice de riesgo de asociarse con otras malformaciones en el contexto de los síndromes PHACES, LUMBAR o SACRAL. El hemangioma focal de crecimiento rápido en el territorio facial tiene más riesgo de dejar secuelas cosméticas, desarrollar ulceración y precisar a largo plazo tratamiento quirúrgico reconstructivo. La presencia de más de cinco hemangiomas cutáneos obliga a descartar la afectación hepática y prevenir el desarrollo de insuficiencia cardiaca.
Siempre que se den las circunstancias de riesgo vital, funcional o cosmético está indicado iniciar el tratamiento farmacológico, pero es muy importante que el inicio sea precoz, ya que la acción inhibitoria de la proliferación agresiva durante los primeros tres meses de vida es mucho más eficaz que el efecto regresivo de la medicación sobre un hemangioma ya evolucionado. Por este motivo es importante revisar de forma estrecha (semanalmente) al lactante con un hemangioma que presente un factor de riesgo por su localización, tamaño o progresión.
Los β-bloqueantes han demostrado, desde el descubrimiento de su eficacia antiproliferativa en hemangiomas hace diez años, ser el fármaco de elección. A pesar de que hay numerosa bibliografía al respecto del uso satisfactorio de diversos agentes (propranolol, nadolol, timolol o atenolol entre otros), solo hay un ensayo clínico aceptado por la Agencia Europea del Medicamento y la Food and Drug Administration, que demuestra la eficacia del propranolol en solución oral a 3 mg/kg/día, por lo que esta pauta es la recomendable en el momento actual.
El propranolol fue descubierto en 1958 y sus características farmacocinéticas y toxicidad han sido ampliamente estudiadas. Si bien su uso en lactantes no estaba previamente extendido más que a unas pocas y raras indicaciones, se ha considerado un fármaco seguro. En el ensayo clínico llevado a cabo en cerca de 600 pacientes de todo el mundo, la tasa de efectos secundarios graves ha sido irrelevante. La hipoglucemia puede ser sintomática si se administra después de un periodo de ayuno prolongado. También debe evitarse la ingesta de β-bloqueantes ante cualquier proceso concurrente broncoconstrictivo. Finalmente, un porcentaje reducido de pacientes presentan dificultades para el sueño.
De los datos aportados por la guía publicada se desprende que:
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