Artículo original:
Galbe Sánchez-Ventura J, Merino Moína M, Pallás Alonso CR, Rando Diego A, Sánchez Ruiz-Cabello FJ, Colomer Revuelta J, et al. Detección precoz de los trastornos del desarrollo (parte 1). Rev Pediatr Aten Primaria. 2018;20:73-8.
Galbe Sánchez-Ventura J, Pallás Alonso CR, Rando Diego A, Sánchez Ruiz-Cabello FJ, Colomer Revuelta J, Cortés Rico O, et al. Detección precoz de los trastornos del desarrollo (parte 2): trastornos del espectro autista. Rev Pediatr Aten Primaria. 2018;20:277-85.
El cribado de los trastornos del desarrollo (CTD) es una actividad preventiva que hay que desarrollar en el contexto de la Pediatría de Atención Primaria. El CTD puede ser considerado una actividad del equipo de profesionales de Atención Primaria. El mismo concepto de CTD ha sido criticado o, mejor dicho, confrontado con su alternativa, que sería la supervisión del desarrollo en la que un grupo de profesionales de Atención Primaria realizan observaciones técnicas sobre el desarrollo psicomotor a lo largo del tiempo en cualquier visita realizada. No obstante, se han descrito numerosas escalas para realizar CTD. El artículo concluye diciendo que no existen pruebas para utilizar ninguna escala para el CTD en niños de bajo riesgo. Se sugiere realizar preguntas sobre desarrollo psicomotor, así como la observación informal de forma oportunista en cada visita.
El cribado de los trastornos de espectro autista (CTEA), desarrollado en la segunda parte del trabajo, es una actividad preventiva que hay que implementar en el contexto de la Pediatría de Atención Primaria. Para la detección de los trastornos del espectro autista (TEA) puede utilizarse también la supervisión oportunista. Existen numerosas escalas par el CTEA, entre las cuales la más usada en nuestro medio es la M-CHAT 23, de la que existe una variante, M-CHAT 20. El gold standard para el diagnóstico de TEA es la observación por expertos. El artículo concluye que no existen pruebas de calidad para recomendar el uso sistemático de ningún tipo de escala para CTEA en población de bajo riesgo, pero propone utilizar escalas tipo M-CHAT y derivadas en población de alto riesgo de presentar TEA.