Cualquier traumatismo que afecte a la córnea puede producir una ulceración. La clínica viene dada por dolor en la superficie ocular, sensación de cuerpo extraño, fotofobia y blefaroespasmo, así como inyección vascular leve. El diagnóstico se establece tras aplicar fluoresceína, que evidencia la lesión al observarla con luz azul. En este caso no se ha realizado esta exploración, por lo que no se puede establecer este diagnóstico¹.

En esta imagen no se aprecia ningún cuerpo extraño corneal a la exploración. Suelen producir dolor, blefaroespasmo, miosis irritativa, fotofobia, ojo rojo y lagrimeo. Si no se extraen pueden producir sobreinfección y ulceración corneal².

Las uveítis son inflamaciones del tracto uveal (iris, cuerpo ciliar y coroides). Sus síntomas y signos son ojo rojo de predominio ciliar o periquerático, dolor ocular, visión borrosa, fotofobia consensual (también al iluminar el ojo sano), no siendo raro que estén ausentes en el niño (sobre todo en las formas crónicas). Los estudios etiológicos irán orientados hacia enfermedades reumáticas (artritis reumatoide juvenil, espondiloartropatías HLAB27+, sarcoidosis) e infecciosas (herpes virus, citomegalovirus, toxocara y toxoplasma)^1,3.

La perforación ocular es la complicación más grave que puede acontecer tras un traumatismo. La exploración ocular debe ser suave, evitando aplicar presiones que puedan producir un desgarro parcial o herniar el contenido intraocular. En este caso se aprecia un desgarro conjuntival con hifema (hemorragia en la parte anterior e inferior del globo ocular). Se realizó reparación quirúrgica de la lesión tras una tomografía computarizada que descartó cuerpo extraño intraocular, junto a antibioterapia. Posteriormente se realizó seguimiento por parte de Oftalmología para comprobar que no aparecían desgarros retinianos ni otras complicaciones⁴.