Se trata de un síndrome oseovascular congénito, caracterizado por la presencia de una mancha color vino desde el nacimiento, venas varicosas y crecimiento excesivo de tejidos blandos y huesos. El nevus vascular está presente desde el nacimiento, pero las varicosidades no son visibles hasta que se inicia la deambulación.

Se trata de una anomalía vascular cutánea congénita, presente desde el nacimiento o un poco después. Clínicamente se caracterizada por un patrón generalmente asimétrico, de bandas reticulares, de coloración eritematoviolácea. Las lesiones se acentúan con el frío, pero no desparecen con el calor. Ocasionalmente hay ulceración y atrofia de la piel afecta. La localización más frecuente son los miembros inferiores^1,2. El diagnóstico de la CMTC es clínico. Puede asociarse a otras anomalías cutáneas y musculoesqueléticas (hipertrofias o hipotrofias de miembros, macrocefalia…) y, con menor frecuencia, a alteraciones oculares (glaucoma congénito) y neurológicas. Es necesaria la valoración neurológica y oftalmológica si hay afectación de la cabeza³. El pronóstico es bueno, con mejoría de las lesiones durante la infancia, sin necesidad de tratamiento.

Es una malformación hamartosa de las venas profundas que aparece durante el primer año de vida. Se caracteriza por la presencia de sinusoides venosos, hamartomas o hemangiomas cavernosos que habitualmente afectan a una sola extremidad. El pronóstico es malo, con riesgo de sangrado y ulceración.

Se trata de una respuesta a la hipotermia. Las lesiones son de distribución simétricas y se atenúan con el calor. Nunca se acompañará de atrofia ni ulceración.