Las infecciones por SARS-CoV-2 son menos frecuentes en la población infantil que en los adultos y cursan de manera más leve. Aproximadamente suponen un 1% del total de infecciones diagnosticadas en los diferentes estudios realizados.
El cuadro clínico es muy variado, desde infecciones asintomáticas, muy frecuentes en la población infantil, a cuadros catarrales, síndromes febriles, hasta cuadros de neumonía de diferente gravedad, incluyendo síndrome de distrés respiratorio agudo. Los casos graves están descritos, aunque son infrecuentes, y también existen un número variable de manifestaciones atípicas.
La PCR es la técnica diagnóstica de referencia, aunque la posibilidad de falsos negativos hace aconsejable su combinación con test de diagnóstico serológico en fases tardías de la enfermedad.
Los lactantes por debajo de 1 año son el grupo de mayor riesgo de complicaciones, por lo que deben ser valorados con precaución.
Los niños con enfermedades crónicas deben ser evaluados de manera individual, si bien los cuadros leves pueden ser manejados ambulatoriamente siempre que haya una supervisión estrecha.
Las medidas de precaución en el manejo de los pacientes, así como de aislamiento, tanto en el hospital como en el domicilio, son fundamentales para cortar la cadena de contagios y proteger al personal.
No hay ningún tratamiento con eficacia demostrada, por lo que son fundamentales las medidas de soporte.
En casos graves existen alternativas de tratamiento empírico disponibles, que se emplearán preferiblemente en pacientes hospitalizados y cuando sea posible en el contexto de ensayos clínicos. También son aceptables para el tratamiento ambulatorio de pacientes con enfermedades crónicas.
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