El tratamiento de las osteomielitis, como la mayoría de las infecciones bacterianas, es la antibioterapia. Esta debe iniciarse de manera intravenosa y cubrir los gérmenes más frecuentes. En niños <3 meses se recomienda asociar cloxacilina y cefotaxima, siendo cefazolina y gentamicina otra combinación adecuada.

• En niños >3 meses, pero ≤2 años o con más de tres dosis de antineumococo se recomienda tratamiento con cefuroxima y, como alternativas, cloxacilina asociada a cefotaxima o amoxicilina-clavulánico para cubrir la posibilidad de neumococo y haemophilus.
• En niños >2 años debería utilizarse un antibiótico con buena actividad frente a SASM y S. pyogenes, siendo cefazolina el antibiótico de elección.

Tras 2-5 días de buena evolución, afebril 24-48 h, mejoría clínica y descenso de al menos el 30% de la PCR máxima, en ausencia de otros factores de riesgo como osteomielitis complicadas o edad menor a 3 meses, se puede pasar a antibioterapia vía oral con similar espectro hasta completar un mínimo de 3 semanas de tratamiento. En caso de confirmar infección por S. pyogenes o S. pneumoniae sensible a penicilina, se recomienda el uso de amoxicilina, y, en ausencia de aislamientos microbiológicos, el cefadroxilo o la cefuroxima axetilo tienen buena cobertura. En los casos de alta hospitalaria precoz se debe asegurar un seguimiento estrecho con control ambulatorio en 5-7 días.

La evolución desfavorable incluye el aumento o no descenso de los reactantes de fase aguda, siendo que la PCR se suele normalizar en 7-10 días y la VSG en 3-4 semanas, o la persistencia o empeoramiento de la clínica.

Las complicaciones sistémicas, muy raras, incluyen sepsis e incluso fallo multiorgánico. Más frecuentes son las complicaciones locales como piomiositis, osteoartritis o abscesos subperiósticos, que deben sospecharse ante la persistencia de fiebre, elevación de PCR o hemocultivos repetidamente positivos, además de por la persistencia o empeoramiento de la sintomatología local. Ocasionalmente las osteomielitis pueden propiciar una trombosis venosa profunda, siendo un evento de riesgo.