Artículo original:
Pastore M, Indrio F, Bali D, Vural M, Giardino I, Pettoello-Mantovani M. Alarming Increase of Eating Disorders in Children and Adolescents. J Pediatr. 2023:263:113733.
Se trata de una revisión narrativa del Grupo de Trabajo de Pediatría Social de la Asociación Europea de Pediatría (EPA-UNEPSA) para concienciar sobre el peligro de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y las causas de su aumento. Los alarmantes datos recientes muestran un notable incremento de los TCA en los países europeos de más del 40% entre la población de 6 a 18 años desde el inicio de la pandemia COVID-19. De forma similar, en los EE. UU. se ha constatado este ascenso en la población infantojuvenil. La perturbación económica y social de la pandemia COVID-19, que se ha asociado con rigurosos estudios con el aumento de la incidencia de TCA, debe llamarnos a prestar atención para prevenir el inicio y los efectos de estos graves trastornos durante y después de periodos de grave estrés social.
Durante el periodo 2019-2022, la proporción global de niños y adolescentes con alimentación alterada fue del 22,36%. Los ingresos hospitalarios en Reino Unido en 2022 se han incrementado en un 35% en niños y adolescentes. En Francia la incidencia de los TCA entre estudiantes se ha duplicado entre 2009 y 2021. En Italia se informa de un 40% de incremento de nuevos casos en 2023.
Las repercusiones de la pandemia COVID-19 han contribuido a la crisis global en el bienestar mental de los menores, incluyendo síntomas relacionados con los TCA. Con un significativo incremento del diagnóstico de TCA y empeoramiento de pacientes previamente diagnosticados que coincide temporalmente.
El incremento de los TCA relacionado con el COVID-19 se ha atribuido a métodos desadaptativos para aumentar el control ante la incertidumbre, sumado a sensaciones de aislamiento y alteraciones de las rutinas establecidas. Estos factores engendraron estrés y ansiedad, que se cree se encuentran entre las principales causas de este aumento en los TCA. La adopción de mecanismos de afrontamiento alterados debido al distanciamiento físico y la consiguiente incapacidad para interactuar con amigos y redes de apoyo ha jugado un papel importante. La menor supervisión de los niños por parte del personal de la escuela y los padres ha creado un vacío en la supervisión estrecha, lo que podría exacerbar la situación. Además, el considerable aumento del tiempo frente a las pantallas y el consumo de plataformas ha expuesto las mentes jóvenes a mensajes y elementos visuales perjudiciales relacionados con la imagen corporal y la salud, lo que contribuye a la escalada de este problema.
La prevención de los TCA comienza en el primer año de vida. De ahí, el papel clave de las familias. La orientación proporcionada por los padres y la familia puede influir significativamente en la aparición de un TCA. Alimentar a un niño representa una forma importante de comunicación entre los padres y él, un proceso esencial para el crecimiento del niño. Cuando los padres perciben la necesidad de nutrición del bebé, a menudo transmitida a través del llanto, y le ofrecen comida, el niño aprende a distinguir la sensación de hambre de otras tensiones y necesidades. Sin embargo, si la respuesta del adulto no es óptima, lo que lleva a interpretaciones erróneas persistentes, como asumir que el niño tiene hambre, frío o está fatigado cuando no es así, el resultado será una situación de confusión y desconcierto. En consecuencia, el niño no logra captar la gestión de las necesidades relacionadas con la alimentación, distinguir el hambre de otras tensiones emocionales, reconocer la demarcación entre hambre y satisfacción o discernir los requerimientos nutricionales de otras formas de malestar o tensión. Las experiencias negativas y confusas socavan la capacidad de reconocer señales de hambre y saciedad; impiden que el niño distinga el deseo de comer de otras señales desagradables relacionadas con otros conflictos y problemas. Se debe ofrecer comida cuando los bebés tengan hambre real y física, y nunca se debe utilizar como recompensa o como herramienta punitiva. Y no se debe obligar a los bebés a comer cuando se niegan.
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