Artículo original: Afifi TO, Mac Milan HL, Boyle M, Taillieu T, Cheung K, Sareen J. Child abuse and mental disorders in Canada. CMAJ. 2014;10:324-32. |
Partiendo del estudio de salud de la comunidad canadiense del año 2012 (transversal, retrospectivo) y a través de una encuesta realizada a aquellos que refieren haber sufrido abuso infantil, se consigue una muestra de 23 395 personas mayores de 18 años, y se relacionan estas experiencias con la presencia de trastornos mentales en la edad adulta.
Relaciona tres posibles tipos de abusos infantiles (físico, sexual y de exposición a violencia en la pareja) con 14 trastornos mentales y con el intento y la ideación suicida.
Se observó una prevalencia de abusos del 32%. Todas las experiencias de abuso estuvieron relacionadas con uno o más de los trastornos mentales considerados. Estas relaciones no se han podido establecer en términos de causalidad pero sí de probabilidad.
En conclusión, prevenir el abuso infantil reduciría las tasas de enfermedad mental en la etapa adulta; la presencia de determinados trastornos mentales puede ser un indicador de probabilidad de abuso infantil.
Este estudio canadiense halló una prevalencia del 32%, cifra que dista de las aportadas por estudios anteriores, en los que se han manejado bajas tasas de respuesta y poblaciones más restringidas. Dada la temática, es difícil conocer la prevalencia real, ya que los datos conocidos están sujetos a sesgos.
En nuestro país, los datos varían mucho según las fuentes. Con una metodología similar, se ha estimado una prevalencia del 18,9% para el abuso infantil1. Según estadísticas realizadas por comunidades autónomas, el porcentaje de maltrato infantil oscila entre el 15% y el 18,5%.
Se han establecido relaciones sólidas entre experiencias de abusos en la infancia y trastornos mentales.
La ansiedad, depresión, trastorno por estrés postraumático y las adicciones han sido los más estudiados, pero según los datos de este estudio no parecen ser los únicos. Este estudio relaciona distintos tipos de abusos con un amplio abanico de trastornos mentales, la ideación y/o los intentos de suicidio.
La incidencia de abuso infantil, emocional, sexual y físico, se consideró el factor de riesgo más importante para el desarrollo de la depresión. Para los trastornos de ansiedad lo fueron el abuso sexual y la violencia familiar. El abandono físico o negligencia y la violencia familiar se relacionaron con el abuso de sustancias.
El trastorno mental con antecedente de abuso en la infancia parece ser más frecuente de lo que generalmente se pensaba.
En la bibliografía se identifican relaciones entre el abuso infantil y patologías como tabaquismo, obesidad, alcoholismo, consumo de estupefacientes en la vida adulta y con frecuencia se omite, tal y como ocurre en este estudio, la posibilidad de ser perpetrador de abusos en la etapa adulta. Exploran, con resultados positivos, relaciones con el déficit de atención, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos de la alimentación y el trastorno bipolar.
Además de actuar o anticiparse al daño sobre la integridad física y psicológica inmediata del niño, se podrían reducir las tasas de enfermedad mental y propiciar un tratamiento más adecuado. Por otro lado, si se identifica el abuso se requerirían controles de salud más regulares para prevenir enfermedades mentales.
La mayor fortaleza del estudio es que, debido al complejo método de muestreo empleado (estratificado, por conglomerados y polietápico) para determinar la prevalencia global del abuso infantil y por sexo, así como la distribución de las variables sociodemográficas, se utilizó la técnica de bootstrapping o remuestreo y la regresión logística múltiple para el control de las variables de interacción entre el abuso infantil y los trastornos mentales. El bootstrapping es una técnica en la que, partiendo de una muestra más o menos grande, se crean varias submuestras aleatorias de esta principal para calcular la distribución de los datos, las medidas de tendencia central, dispersión, intervalos de confianza y test de hipótesis. Cabe destacar como punto débil que, por su diseño transversal y retrospectivo, no se puedan extraer conclusiones de causalidad entre los trastornos mentales y el abuso infantil ni de los mecanismos de relación entre ambos.
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