Artículo original: Halbert J, Shingadia D, Zuckerman JN. Fever in the returning child traveller: approach to diagnosis and management. Arch Dis Child. 2014;99: 938-43. |
Es una puesta al día en niños que regresan con fiebre tras un viaje a zona tropical, haciendo especial hincapié en la correcta y completa historia clínica epidemiológica del viaje: destino, itinerario, época del año, condiciones de vida, tipo de viajeros (incluyendo visitor friend and relatives [VFR], actividades, factores de riesgo, quimioprofilaxis y vacunas recibidas). Se incide, además, en las características de la fiebre (presentación, patrón, duración, síntomas acompañantes...), en antecedentes médicos y fármacos y enfermedades familiares, con un examen físico completo. Los autores recomiendan pruebas complementarias de primera y segunda línea, haciendo un pormenorizado diagnóstico diferencial de enfermedades clave (malaria, dengue y chikungunya, fiebre tifoidea, esquistosomiasis, tuberculosis y rickettsiosis) y de los síndromes más frecuentes: síndrome febril, diarrea del viajero e infección respiratoria. Se recomiendan las guías de tratamiento de infecciones graves importadas, como malaria y tuberculosis, o guías para el tratamiento de infecciones pediátricas.
Es fundamental el destino del viaje, especificando no solo el país, sino la zona visitada, itinerario, medio rural o urbano y época del viaje. Según el lugar visitado, sospecharemos etiología diferente como causa de fiebre. Así, si procede de África subsahariana, se descartará malaria, dengue, rickettsiosis o helmintiasis; si procede de Caribe, en primer lugar dengue y, tras la gran epidemia del último año, chikungunya. En Latinoamérica, dengue sigue siendo la etiología más frecuente de fiebre, seguido de las causas entéricas, como virus intestinales, salmonelosis/shigelosis o amebiasis. Y en el sudeste asiático, descartar siempre malaria, fiebre tifoidea o dengue.
Siempre. En todo niño que procede de África Subsahariana o del sudeste asiático con fiebre debe descartarse malaria, ya que se trata una patología grave que precisa tratamiento urgente, siendo el P. falciparum resistente a cloroquina el principal patógeno. En los menores, el paludismo puede asociar además dolor abdominal, vómitos y diarrea, odinofagia, tos, irritabilidad... En Latinoamérica, en los últimos años, ha descendido mucho la incidencia de esta patología, siendo el dengue la primera causa de fiebre.
Sin duda el primer diagnóstico debe ser la malaria, debiendo insistir en su diagnóstico, incluso repetir la gota gruesa. Existen otras enfermedades importadas que asocian fiebre, y las más frecuentes son: esquistosomiasis, amebiasis, rickettsiosis, meningococemia, virus hemorrágicos (dengue, chikungunya, Ébola...), siendo fundamental la orientación epidemiológica (geografía, hábitos...). Sin embargo, es importante destacar que los niños viajeros pueden con mucha frecuencia presentar infecciones cosmopolitas habituales en la infancia asociadas con fiebre (respiratorias, urinarias, digestivas...) y que deberemos tener presente. Otras posibilidades en caso de fiebre a considerar son: tuberculosis, hepatitis A, fiebre tifoidea.
Ante un niño viajero con diarrea es importante una historia epidemiológica. Investigar la potabilidad del agua o si se ha hervido correctamente, así como biberones y tetinas. Si ha lavado hortalizas sin cocer o frutas sin pelar y si ha ingerido carne poco cocinada. Es necesario preguntar por baños en agua dulce. Es importante el tipo de diarrea: duración, deposiciones diarias, si asocia sangre o moco, si ha perdido peso y, sobre todo, si se acompaña de fiebre, escalofríos, prurito o vómitos; hay que valorar la situación de hidratación, el aspecto séptico o no y la estabilidad hemodinámica del niño.
No se considera procedente reseñar aspectos positivos o negativos del diseño o metodología del trabajo original, ya que no se trata de un estudio con pacientes. Es una revisión narrativa sobre la patología más prevalente en niños viajeros que vuelven desde zonas tropicales y las recomendaciones de diagnósticos, diagnóstico diferencial según origen geográfico y recomendaciones terapéuticas referidas a manuales, sin incluirlas en el artículo.
A pesar del excelente recuerdo de patologías y actitudes diagnósticas, no se plantea ningún cambio de actuaciones profilácticas, diagnósticas o terapéuticas de las que se realizan habitualmente en países desarrollados y nuestro medio, al menos los estandarizados actualmente en las Unidades especializadas de Pediatría Tropical5,6.
Sin embargo, la excelente descripción de prevalencia de enfermedades por áreas geográficas, conlleva una importante aplicabilidad clínica en nuestro medio y puede ayudar a seleccionar una sistemática más dirigida en el estudio de estas patologías; en un intento de rigurosidad del trabajo y de evitar exámenes innecesarios en consultas menos habituadas a estos pacientes. Por ello, los autores orientan la estrategia diagnóstica en dos estadios sucesivos: pruebas complementarias más generales inicialmente y una batería de segunda línea más específica y dirigida. No abordan terapéuticas concretas y refieren al lector a manuales muy conocidos, de manejo ágil, editados por los expertos británicos en Patología Tropical Pediátrica y Viajero Internacional7.
Podemos recomendar el enlace de los Centros de Control de Enfermedades para encontrar pautas para facilitar el estudio de la patología infecciosa en el niño viajero3.
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