Niño de cuatro años que consulta por presentar, desde el día previo, una lesión lineal eritematosa, de evolución progresiva centrípeta, que comenzó en el dorso del cuarto dedo de la mano derecha (figura 1). No refiere fiebre ni otros síntomas. El niño se había despertado esa mañana temprano llorando por un dolor agudo en el dedo. En la exploración se aprecia un eritema lineal indoloro, sin adenopatías regionales, que arranca desde una microerosión puntiforme en el dorso de la última falange del cuarto dedo y se extiende por el dorso de la mano para alcanzar, de modo discontinuo, la zona antebraquial. Vive en un chalé adosado, con pequeño jardín, de una población semirrural madrileña.
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