Artículo original:
Pedreira Massa JL, González de Dios J. Trastornos generalizados del desarrollo. Evaluación diagnóstica e intervención para pediatras de Atención Primaria con criterios de evidencia científica. Rev Pediatr Aten Primaria. 2017;19:e93-e102.
En los últimos años ha existido un incremento de los diagnósticos de trastornos generalizados del desarrollo (TGD), de una forma muy relevante. En determinados países como EE. UU. ha llegado a multiplicarse por 50 veces la tasa diagnóstica del proceso. Un análisis más pormenorizado realizado por Frances Allen asegura que no es un incremento del trastorno como tal, sino que se debe a una modificación de los criterios diagnósticos. A ello hay que añadir el uso inadecuado del sistema de clasificación, solo en base a los criterios de inclusión, excluyendo los criterios de exclusión, de sistema general y de categoría en particular. La traducción en castellano desde el inglés no es afortunada y crea confusión al ampliar el marco conceptual de forma equívoca. El DSM-5 lo empeora, con la categoría trastorno de espectro autista (TEA), que realiza inclusiones muy ambiguas.
Hay que realizar un correcto diagnóstico clínico y comprensión psicopatológica que permita realizar un buen diagnóstico diferencial con, al menos, los siguientes procesos: cuadros genéticos (metabólicos, síndrome X frágil), cuadros congénitos (rubeola congénita, citomegalovirus, toxoplasmosis), causas neurológicas (neurofibromatosis, síndrome de Landau-Kleffner, síndrome de Rett), retraso mental o discapacidad intelectual, déficit sensoriales (sordera perceptiva), trastornos del desarrollo del lenguaje (audiomudez o disfasias del desarrollo, mutismo electivo precoz y grave), trastornos psiquiátricos (síndrome de Asperger, trastorno desintegrativo, esquizofrenia infantil, trastorno obsesivo-compulsivo, síndrome de Gilles de la Tourette), privación psicosocial grave (trastorno del vínculo infantil de tipo reactivo, institucionalización precoz).
Por ello hemos elaborado un diagrama diagnóstico con dos vías posibles: cuando los síntomas aparecen desde el inicio de la vida o cuando aparecen tras un periodo más o menos largo de aparente evolución normal. Estos diagramas están elaborados para ayudar a pediatras y a otros profesionales para encuadrar las posibilidades diagnósticas de los niños utilizando la clínica como criterio fundamental. Es decir, que existan síntomas coincidentes o concomitantes no implica que el diagnóstico sea unívoco, sino que se debe conocer que los síntomas de estos procesos son inespecíficos, por lo que la comprensión viene dada por la comprensión psicopatológica, que no se contempla en los sistemas de clasificación.
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