La exigencia del cumplimiento de las garantías de asistencia de calidad en un centro hospitalario no debería impedir un manejo del RN sano lo menos medicalizado e intervencionista posible.
La intervención de los profesionales debe dirigirse a corregir desviaciones de la normalidad y favorecer un clima de confianza, seguridad e intimidad mediante el respeto de la privacidad, la dignidad y la confidencialidad de las mujeres y sus hijos.
El ambiente en el paritorio debería ser silencioso, con poca luz con puertas cerradas, con el mínimo número de profesionales posibles y con un acompañante para la madre.
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