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No causar daño al paciente debe ser el objetivo prioritario de la atención sanitaria

Seguridad del paciente

Con relación a la seguridad del paciente, esta dimensión de la calidad ha adquirido en las últimas décadas un protagonismo creciente dentro del sector sanitario.

Si bien el juramento hipocrático ya contemplaba aspectos de seguridad del paciente a través del célebre primum non nocere, no fue hasta finales del siglo XX que la sociedad contemporánea no fue consciente del impacto que la propia asistencia sanitaria tenía sobre la salud del paciente en forma de daño evitable. En 1999, el Instituto de Medicina de EE. UU. publicó el documento To Err Is Human: building a safe health system, donde, de una forma detallada, se explicaba el impacto que los errores en Medicina tenían sobre la población tanto en términos de pérdida de salud como en términos económicos. Entonces, se estimaba que entre 45 000 y 98 000 personas morían al año en EE. UU. por errores derivados de la práctica asistencial, errores que podían haber sido evitados. Estas cifras superaban las muertes atribuibles a los accidentes de tráfico, cáncer de mama o sida.

El mismo informe apuntaba el revolucionario concepto de un modelo de seguridad del paciente centrado en el sistema, donde los errores no se deben a acciones particulares, sino a defectos del sistema, de las condiciones y de los procesos que conducen a las personas a cometer errores. La creciente complejidad de la asistencia sanitaria, las nuevas técnicas, la sobrecarga asistencial y factores inherentes al sistema y a las actuaciones humanas suponen un elevado riesgo para la seguridad del paciente, hecho que obliga a las organizaciones sanitarias a implementar acciones y medidas que blinden al proceso asistencial de eventuales errores7.

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