Para la mejora de la calidad asistencial, es necesario un conocimiento previo de la realidad. El primer paso es decidir qué es lo que queremos medir (criterios), qué herramienta de monitorización utilizaremos (indicadores) y qué valores consideraremos como aceptables (estándares).
En segundo lugar, buscaremos aquellas fuentes de datos que consideramos más fiables. Una vez recogidos y analizados estos datos, tendremos en nuestras manos una información que nos permitirá conocer hasta qué punto estamos dentro del nivel que habíamos fijado como aceptable y poner en marcha acciones de mejora.
Habitualmente, la evaluación suele estar dirigida a monitorizar aspectos clave para la calidad de la atención de una organización o servicio (infección, mortalidad, aspectos relacionados con la farmacia, documentación, etc.) o bien aquello que se ha identificado y priorizado como un problema para un servicio o unidad4,6.
Este método, adaptado del clásico ciclo PDCA de Deming, consta de las siguientes fases.
No hay comentarios